"Se buscan hombres para un viaje peligroso por mar. Sueldo bajo. Frío intenso. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito"

Este anuncio fue publicado por Sir Ernest Shackleton –explorador irlandés- en un periódico londinense en 1914.

La coyuntura mundial era complicada, estaba a punto de iniciarse la Primera Guerra Mundial, eso explica que tres mil personas respondieran a esta oferta tan poco atractiva. Shackleton seleccionó a 27 de los postulantes. El heterogéneo grupo estaba conformado por músicos, ingenieros, marineros y carpinteros.

La meta

El gran desafío de Shackleton era era realizar el único gran reto antártico que quedaba: cruzar el continente helado de mar a mar pasando por el Polo Sur. Sería una travesía de 1.800 millas que recorrería territorio nunca antes explorado.

Cambio de planes

Shackleton y sus hombres partieron de Londres a bordo del barco "Endurance", que curiosamente significa "resistencia", el 14 de agosto de 1914, el mismo día en que se iniciaba la Gran Guerra. A pesar de su experiencia previa enfrentando situaciones adversas jamás imaginó que esa temporada el agua se congelaría antes de tiempo. Cien kilómetros antes de pisar el continente blanco el barco fue aprisionado por los hielos. La meta de Shackleton ahora era que cada uno de sus hombres regresara con vida.

Las condiciones

Aislamiento: Estaban a 2,000 km. de casa, sin poder comunicar su situación y sin que nadie pudiese rescatarles.
Frío extremo: Temperaturas de veinte grados bajo cero.
Hambre: Comida racionalizada que incluía carne de foca y estofado de pingüino.
Incomodidad absoluta: los hombres dormían en tiendas empapadas por los vendavales y acurrucados en sacos mojados.

Los hechos
Enero 1915: El barco quedó atrapado por el hielo cuando podía divisarse la Antártida.

Octubre 1915: Al confirmar que los daños eran irreparables abandonaron el barco y se establecieron en un primer campamento bautizado “Paciencia”.

Abril 1916:
Shackleton y sus hombres deciden subir a los deteriorados botes salvavidas y atravesar durante 7 días 180 kilómetros en aguas terriblemente frías, en dirección a la Isla Elefante, un pequeño islote rocoso. Estaban al límite de sus fuerzas, hambrientos, sedientos y con la angustiosa intuición que nadie los buscaría en ese recóndito lugar.

Junio 1916:
Como la ayuda no llegaba, Shackleton y cinco tripulantes parten hacia la estación ballenera en las Islas Georgias. Durante 17 días el frágil bote fue sacudido por el amenazador oleaje del Atlántico Sur, milagrosamente lograron recorren casi 1.500 kilómetros a través de las aguas más traicioneras del planeta. Navegaron a la deriva, sabían que si no avistaban la minúscula isla a la que se dirigían, acabarían en pleno océano. La travesía en este pequeño bote hasta las Georgias del Sur es considerada una de las aventuras marítimas más impresionantes realizadas por el hombre.

Agosto de 1916: Ya a salvo, Shackleton intentó rescatar al resto de sus hombres. En tres ocasiones el hielo lo detuvo.

30 de agosto 1916: Finalmente logró abrirse paso y constatar que cada uno de sus hombres estaba vivo.

Las claves

Dio el ejemplo. Pese a sufrir fuertes dolores por la ciática, Shackleton trabajó más duro que nadie, daba el ejemplo. Su sagacidad psicológica le permitió tratar a cada hombre en función de sus necesidades. Para Roland Huntford, su biógrafo, actuaba según lo que resultara más apropiado en función a la meta.

No existen líderes sin seguidores. Son numerosos los momentos en que Shackleton logró que todos los hombres le siguieran. Por ejemplo, cuando les explicó que debían dejar lo que no fuese imprescindible para iniciar la marcha a través del hielo. Para que no quedasen dudas del significado de aquella orden, sacó de su bolsillo un puñado de libras esterlinas y su cigarrera de oro y las tiró sobre la nieve. Por último, tomó la Biblia que le había obsequiado la Reina Madre Alexandra y la depositó en el suelo luego de arrancarle las páginas con la dedicatoria.

Resolvió los conflictos inteligentemente: Se enfrentó a tan sólo un intento de amotinamiento. Ocurrió mientras arrastraban los botes salvavidas a través del hielo. Henry McNish declaró que tras el hundimiento del Endurance, él ya no se consideraba bajo el mando de Shackleton. Fue persuadido de no abandonar a su líder. McNish fue quien posteriormente hizo navegable el pequeño bote para la gran travesía y uno de los hombres que iría a bordo del mismo.

Otro tripulante conflictivo era el fotógrafo de la expedición: James Francis Hurley. Era muy habilidoso: llegó a construir una cocina portátil y siempre estaba dispuesto para las tareas más arduas y difíciles. Shackleton llegó a decir que "respondía mejor a las alabanzas y a menudo necesitaba que se le elogiase y se le hiciera sentir importante.” Shackleton intuyó esa necesidad y temió que si no la alimentaba, Hurley podría sentirse menoscabado y posiblemente fomentaría el descontento entre los demás, así que lo incorporó al reducido grupo de sus asesores.

Los mantuvo ocupados: Shackleton distribuía a diario tareas y organizaba actividades recreativas. Todos estaban involucrados, se mantenían en forma y podían conciliar mejor el sueño en las eternas y solitarias noches polares. Durante los casi dos años que duró la travesía, la tripulación continuó remando, escalando en el hielo, buscando comida, narrando historias, jugando fútbol y cantando por las noches.

Shackleton entendía muy bien algo que aún resulta difícil de comprender para muchos líderes: tan importante como planificar... es saber improvisar en momentos de crisis. A pesar de su naturaleza conservadora, Shackleton reconocía que existen situaciones límite que deben ser enfrentadas con flexibilidad y tenacidad. Flexibilidad para no perseguir un objetivo inalcanzable y tenacidad para trabajar con el mismo empeño por un nuevo objetivo.

Tan inspirador fue el liderazgo de Shackleton para sus hombres, que en su siguiente expedición a la Antártida ocho de ellos volvieron a acompañarlo.

Sus estrategias

Dennis Perkins en su libro “Lecciones de liderazgo. Las 10 estrategias de Shackleton en su gran expedición antártica” esboza ciertas facetas de la historia de la tripulación del Endurance para remarcar las diez estrategias que según él, sirven para definir a un líder triunfador:
  1. Nunca pierda de vista la última meta y concentre su energía en objetivos a corto plazo.
  2. Dé ejemplo personal con símbolos y conductas visibles y fáciles de recordar.
  3. Inspire optimismo y auto confianza, pero aférrese a la realidad.
  4. Cuide de sí mismo: mantenga su resistencia y déjese de complejos de culpa.
  5. Refuerce constantemente el mensaje de grupo: somos uno y viviremos o moriremos juntos.
  6. Minimice las diferencias de estatus e insista en la cortesía y el respeto mutuo.
  7. Domine el conflicto. Maneje el enfado en dosis pequeñas; atraiga a los disidentes e impida luchas de poder innecesarias.
  8. Encuentre algo que celebrar y algún motivo con el que reír.
  9. Esté dispuesto a asumir el Gran Riesgo.
  10. Nunca abandone, siempre hay otro movimiento.
Noventa años más tarde - en medio de una crisis financiera mundial- la expedición de Shackleton de 1914-1916 sigue vigente como un ejemplo de liderazgo, de trabajo en equipo y de cómo dirigir una empresa en momentos de adversidad extrema. En definitiva un ejemplo inspirador que podemos compartir con nuestros líderes y colaboradores en general.

Por: Suzanne Alfaro

(Basado en recopilación de Víctor Ferrazzano)

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